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El cortometraje “Perdonando lo Imperdonable” producido por Guadalupe Escandón recoge la mirada de nuestras niñas y niños frente al conflicto armado y abre una puerta hacia la reparación y el perdón por medio del cine comunitario.
Leitmotiv
En un contexto como el nuestro, el arte es una herramienta fundamental para visibilizar lo ocurrido dentro del marco del conflicto armado y la violencia en Colombia, en este proceso es importante no solo visibilizar, sino entender desde una mirada más amplia lo que ha ocurrido, tratando de discernir las consecuencias de los horrores de la guerra, y lo que significa la exigencia de derechos para las poblaciones más vulnerables, como lo es la población infantil.
Tengamos presente que la primera infancia es la etapa más importante de un ser humano, pues allí se gestan todas las bases madurativas y neurológicas de un individuo, además de establecer la dimensión afectiva en que se moverán dichos sujetos en un futuro, esto tiene una fuerte repercusión en el desarrollo social y personal que no solo afecta al niño, sino a la sociedad de la que hace parte.
Es por eso, que su mirada frente al conflicto es determinante para la realización de un proceso integral de reparación y perdón; las memorias que integran estas narrativas nos permiten entender lo que ocurre en los territorios y como esas dinámicas de los actores impactan fuertemente en el desarrollo biológico, psicoafectivo, intelectual y social de nuestras niñas y niños, fracturando la historia y abocándonos a vivir una violencia estructural que se repite incesantemente de generación en generación.
Entonces, nos preguntamos; ¿cómo ven nuestras niñas y niños el conflicto armado, que historias tejen alrededor de él, que entienden por reparación y perdón?. El cortometraje “Perdonando lo Imperdonable” producido por Guadalupe Escandón y Santiago Ortiz se centra en estos dilemas. Para la realización de esta investigación-creación, Guadalupe y Santiago se sumergieron en el Barrio Manuela Beltrán de Cali, y realizaron una pasantía comunitaria en el Colegio Ángeles de Dios, con el acompañamiento de la Comisión de la Verdad.
A través de un proceso de formación audiovisual que se gestó con 14 niñas y niños de la comunidad, se pudo dar vida a este cortometraje que pone el cine como un medio catalizador de memorias del conflicto, desde una mirada diferente, pues como lo expresa Guadalupe: “Queríamos reivindicar las voces de los niños en la guerra, porque siempre la historia, la cuentan los adultos.”
“Queríamos reivindicar las voces de los niños en la guerra, porque siempre la historia, la cuentan los adultos.”
El proceso de formación
Para el desarrollo de este cortometraje, fue necesario realizar un proceso de formación con la comunidad a través de un taller virtual en cinematografía, que abarcó temas como la escritura de guion, fotografía, sonido, postproducción y entre otros asociados a la elaboración de un cortometraje y las etapas de producción del mismo. Al tratarse de un proceso de cine comunitario, la idea es que la misma comunidad pueda llevar a cabo todas las etapas de producción desde los saberes adquiridos y las historias que ellos mismos quieran visibilizar.
El espacio de intercambio con la población objetiva, fue gestionado por la Universidad Autónoma de Cali a través de su programa de pasantía comunitaria, dándole la oportunidad a sus estudiantes de liderar procesos de formación y realización cinematográfica con la comunidad, atendiendo a unas necesidades propias del contexto y llevando un poco de arte a este tipo de población, pues como lo recuerda Guadalupe: “Nos dijeron, ahora estamos trabajando con el Colegio Ángeles de Dios y la Fundación Educapaz que queda en la comuna 14 en el barrio Manuela Beltrán, en el distrito Agua Blanca; esta es una zona muy vulnerable, supremamente vulnerable porque muchas de las personas que viven allá son desplazados de diferentes regiones del país: del Cauca, del Pacífico, de Tumaco, de Nariño; entonces conociendo ese contexto nos gustó mucho la idea.”
Las realidades que se viven dentro de estos contextos superan la ficción, y a través del arte dichas realidades se transforman material sensible para alzar la voz por los que ya no están, por los que han callado y en nombre de los asilenciados: “Entonces todo se juntó porque cuando nosotros íbamos a iniciar, nosotros empezamos a trabajar con ellos en septiembre y en agosto ocurre la masacre de Llano Verde, donde asesinaron a cinco chicos muy cerca de ese barrio y uno de ellos, Luis Fernando Montaño era estudiante de esa institución, entonces eso fue como el empuje para nosotros entrar más, y los profesores y los chicos trabajar con nosotros.” (Escandón, 2022)
En este proceso de formación virtual participaron 14 niños y niñas de 13 a 17 años, pertenecientes a dicha institución y con la supervisión de la Comisión de la Verdad. Dentro del módulo de guion, la idea era que cada uno de ellos construyera una historia alrededor del conflicto, partiendo de un problema o situación de violencia y que ésta se viera transformada por un proceso de reparación y perdón, propiciado así, espacios de reflexión en torno a las narrativas de la guerra y como estas nuevas formas de enunciación pueden ser ejes de cambio para el entendimiento del conflicto y la importancia que tiene para la comunidad poder enunciar estas historias desde otros lugares y sentires.
La Comisión de la Verdad fue la encargada de escoger la historia “Armas y Libros” escrita por James Valencia, uno de los estudiantes participantes, originario del Tambo, Cauca. Esta historia fue la base para la escritura del guion original del cortometraje “Perdonando lo Imperdonable”, donde a partir de un proceso de creación colectiva, se fue adaptando la historia al lenguaje cinematográfico, con la participación activa de todos los miembros del equipo de producción; “Entonces ya teníamos la historia de James y nos sentamos todos a realizar una construcción del guion, entonces, les dijimos: ¿qué más les gustaría contar?, los participantes proponían los cambios… Santiago también pensando en el presupuesto y lo que era viable para el rodaje, la idea era como dejarlo lo más simple posible y así lo fuimos construyendo entre todos.” recuerda Guadalupe.
El Rodaje
Entregar el cine a la comunidad implica que sus narrativas, formas de hacer y pensar, se vean claramente reflejadas en la producción creativa, es por eso que tal como se proyectó en la investigación, se hacía necesario que la comunidad se arriesgara a tomar los roles dentro de la producción y que la labor de Guadalupe y Santiago fuera más de acompañamiento y supervisión; “Nosotros dijimos, vamos a dejar que ellos hagan todo, queríamos que ellos fueran los protagonistas de esta historia, eso sí, nosotros como detrás de cámaras apoyando, grabando para ver si algo pasaba, pero los chicos al frente, asumiendo los roles principales” (Escandon 2022)
Esta labor no fue sencilla, pues todo el proceso de formación se había dado en entornos virtuales y el rodaje era ese momento esperado para poner en práctica todos esos aprendizajes. Por esta razón, se encontraron desde la presencialidad dos semanas antes del rodaje, para poder conocerse y de esta manera establecer los roles y el equipo de actores que iban a protagonizar la historia. “Nosotros les guiábamos a ellos todo el proceso, grabamos por ejemplo una escena, un plano, le preguntábamos a James, James tú eres el director; ¿Qué te parece?, ¿Lo repetimos?, ¿Lo dejamos? Y él, como con cierto temor, pues los chicos no tenían esa experiencia, era la primera vez que ellos tenían la experiencia de un rodaje”, nos explica Guadalupe.
El trabajo de postproducción se llevó a cabo bajo la misma dinámica; sin embargo, teniendo en cuenta que la población objetiva no cuenta con los programas para la edición del material audiovisual, Santiago asumió esa parte contando con la supervisión y aprobación de todos los participantes.
Perdonando lo Imperdonable: estreno y distribución
A través de la historia de Mari, la protagonista del cortometraje, podemos entender las repercusiones psicologías que tiene el conflicto para nuestra población infantil y la importancia de parar la repetición, atendiendo al llamado de perdón que demanda una sociedad fracturada como la nuestra. Mari a sus 14 años cuenta con la amistad de John, personaje que representa esa idea de futuro, la posibilidad de ser feliz, un respiro de aire fresco en medio del caos y el temor.
Las historias se repiten y con ellas los aprendizajes, las mayores pruebas de la vida se presentan en circunstancias inesperadas. Mari se enfrenta a la perdida de su amigo y de nuevo la historia de soledad, abandono y angustia regresa, pero esta vez es diferente, hay espacio para reflexionar, para reparar, para identificar quienes son los actores del conflicto, las personas que están detrás de estos hechos y como éstos también son víctimas de una violencia estructural que se ha perpetuado y que es momento de transformar.
Para el estreno del cortometraje, se contó con el apoyo de la Comisión de la Verdad, llevando a cabo un evento a la altura de un estreno oficial; los actores, sus familiares y todo el equipo de trabajo, recorrió la alfombra roja para dar cuenta de un proceso de resiliencia, tejido social y reparación a través de la producción de este cortometraje y todo lo que se gestó alrededor de él. “Quedaron tan emocionados y tan sorprendidos con lo que hicieron que este año rodaron otro corto, porque les gusto la idea y lo que se generó en toda la comunidad” agrega Guadalupe.
En la etapa de distribución, “Perdonando lo imperdonable” ha sido seleccionado en diferentes festivales tanto a nivel nacional como a nivel internacional; fue selección oficial del Festival Panalandia en la categoría “Construcción de paz”, selección oficial del Festival de Cine Independiente de Sogamoso, ganadores en la categoría “Apasionado” en el Festival Villa del Cine, ganadores en la categoría “Libelulitos” del Festival de Cine Calibelula para niños y jóvenes, y ganadores a Mejor Cortometraje “Hecho por niños y niñas” del Festival Colibrí de Bolivia.
Este proyecto resalta la importancia de darle voz a las comunidades que han vivido en carne propia el conflicto y como el arte, propiamente el cine puede ser un gestor de cambio, que impacta positivamente en la comunidad, en sus narrativas y proyectos de vida. El cine comunitario se muestra entonces, como una alternativa a la guerra, que entrega herramientas para la visibilización de las problemáticas, la identidad de las comunidades, la representación y transformación de sus historias, brindando la posibilidad que devolver la sensibilidad que la violencia le ha arrancado a los territorios y sus habitantes; “Y ver que la comunidad ahora está con ganas de hacer más cine, ellos se apropiaron del cine, porque Argelis nos decía; vamos a tomar el cine como una herramienta de transformación social, muchos de los chicos ahora quieren seguir, entonces es muy chévere hacer todo ese proceso con una comunidad que ha sido muy golpeada por la violencia, por el microtráfico, ver que pueden hacer algo diferente, que a través del arte pueden cambiar.” (Escandon 2022)
Esperamos que este tipo de procesos comunitarios sigan siendo apoyados y multiplicados en todo el país, pues se convierten en ejes de transformación, reparación y perdón hacia la verdadera construcción de paz que tanto hemos ahnelado.
FICHA TÉCNICA / Dirección: James Valencia Producción General: Guadalupe Escandón y Santiago Ortiz Reparto: Cristi Santander y Mayber Caicedo Título original: Perdonando lo Imperdonable País: Colombia Año: 2019 Duración: 11:12 Género: Drama Dir. Fotografía: Nuvia Payán Asistente de Dir: Jhorandy Rodriguez Dir. de Arte: Gisela Caicedo, Nathalia Sandoval, Leymir Cabriles y Jennifer Martínez Sonido: Jose Luis Correa.