Natalia Dávila y Paula Rojas, productoras escénicas y visuales, diseñaron una instalación artística, sensorial e inclusiva llamada «Entremundos». En ella integran a estos dos grupos poblacionales, a partir de un recorrido por tres mundos diseñados para intercambiar roles y poner a prueba las necesidades de cada uno.
Leitmotiv:
Entremundos es una instalación artística sensorial que parte de la base de generar un espacio de inclusión e intercambio entre la población con discapacidad visual y la población vidente.
La idea principal del proyecto surge de una curiosidad en la manera en que perciben el mundo las personas con discapacidad visual, es por eso que Paula y Natalia decidieron abordar este tema en su proyecto de grado, plasmando esos interrogantes en una instalación de corte sensorial, que pudiera sintetizar también los saberes aprendidos en la universidad; “…nos dimos cuenta que no podía ser solamente como investigar esto y ya, si no que tenía que tener un aporte, y bueno, quisimos hacer un aporte social de cierta forma e integrando también nuestra carrera que es producción escénica y visual, y de esta forma generar inclusión entre las dos poblaciones”, nos comenta Natalia.
Motivadas por estas dos temáticas; el arte y la inclusión, realizaron una investigación documental buscando diferentes propuestas que desde las artes plásticas y visuales pudieran integrar ambas poblaciones y se encontraron con una falta de iniciativas en el tema, pues si bien existen proyectos vinculados desde lo escénico a la discapacidad visual y la población vidente, a partir de las artes plásticas y visuales fue poco el material que encontraron; “…se hizo una investigación y nos dimos cuenta que sí hay artistas plásticos y visuales que manejan el tema de lo sensorial, pero ninguno que realmente esté enfocado como tal, o bueno acá en Colombia, que esté enfocado a la población con discapacidad visual, y si lo hay o lo encontramos en otras partes no está enfocado hacia las dos poblaciones en un mismo espacio.”
Es por eso que decidieron encarar este reto, a partir de la construcción de tres mundos sensoriales y su recorrido por ellos. Su objetivo principal fue generar un espacio de convivencia entre ambos grupos poblacionales para permitirles de alguna manera entender o tener una idea de cómo perciben el mundo y cuales son las necesidades de cada uno para coexistir en un mismo espacio.
“…nos dimos cuenta que no podía ser solamente como investigar esto y ya, si no que tenía que tener un aporte, y bueno, quisimos hacer un aporte social de cierta forma e integrando también nuestra carrera que es producción escénica y visual, y de esta forma generar inclusión entre las dos poblaciones.”
Grupo focal:
Paula y Natalia nunca antes habían encarado un trabajo creativo con este tipo de población, esto supuso un gran aprendizaje en todas las instancias de la investigación pero también a nivel personal, pues esa convivencia que ellas querían plasmar en la instalación, tenían que construirla realmente con el grupo focal y ahí se enfrentaron con varias limitantes que las ayudaron a contextualizarse realmente de la situación; “A la hora de enfrentarnos ya con la población, de entender cómo ellos ven el arte era muy difícil llegar a entenderlos bien, porque nuestro lenguaje es sumamente visual… y hacernos entender era también modificar nuestra manera de expresarnos”, asegura Paula.
En ese camino al encuentro con la población se enfrentaron con el sistema burocrático de las instituciones a cargo, pues tocaron las puertas de muchas entidades tanto públicas como privadas sin encontrar respuesta; sin embargo, después de insistir mucho se encontraron con Arian Salazar; un líder de la población con discapacidad visual que les abrió las puertas y que las llevó a conocer tanto al grupo del Centro de Rehabilitación para Adultos Ciegos CRAC, como al grupo de la Cooperativa de Trabajo y Servicio de Invidentes COOTRASIN.
Con estos dos grupos focales se adelantó un trabajo de exploración sensorial, donde pusieron a prueba materiales y posibles narrativas que sirvieron de inspiración para la construcción de la instalación.
A lo largo de los encuentros se fueron gestando relaciones más cercanas con la población, permitiendo un acercamiento más profundo a las temáticas trabajadas; “…nos contaban anécdotas de su vida, entonces así nosotras también podíamos realizarles diferentes preguntas que nos generaban curiosidad. Estábamos en ese momento con el tema de los sueños porque estábamos realizando otro proyecto paralelo… podíamos hablar de cosas más personales y vivencias de la cotidianidad de ellos”, nos comenta Paula.
Materialización:
El trabajo de exploración de materiales y la respectiva sistematización de los resultados, fueron materializados en la creación de los tres mundos que componían la instalación.
Empecemos haciendo un recorrido por el primero de ellos llamado Materialidad, que sintetizaba el mundo vidente y pretendía exponer sensaciones y sentimientos que tenemos en el recorrido cotidiano alrededor de este mundo visual. Este primer espacio contaba con tres paredes de video-proyecciones y una pared sensorial, en ellas se podía percibir una serie de imágenes y videos superpuestos que evocaban la contaminación visual a la que nos vemos expuestos.
El diseño sonoro de este espacio completaba esa idea, al integrar sonidos penetrantes y repetitivos que aturdían y generaban vértigo en el espectador. La pared sensorial estaba compuesta de texturas rugosas y ásperas, que traducían de alguna manera para la población con discapacidad visual, el material visual que se proyectaba en el espacio.
De aquí, nos dirigimos al espacio Bruma, no sin antes vendarnos los ojos como requisito para adentrarnos en este universo. En este espacio nos pusimos en los zapatos de la población con discapacidad visual, realizando un recorrido por texturas en el piso, cortinas sensoriales que provenían del techo y sonidos aislados con los que conectabamos personalmente, intentando instalarnos en un espacio, emoción o situación determinada.
Esta situación de indeterminación quisieron plasmarla en la instalación pues “…en el trabajo de exploración sensorial nos dimos cuenta que ellos aislaban mucho los sonidos, como que la forma de entender el mundo y percibirlo estando en un espacio era a través de ellos; de aislarlos y después unirlos para definir un lugar”, nos comentaron las directoras del proyecto.
Aquí la fragilidad estuvo a flor de piel, conectando con la oscuridad y la vulnerabilidad que conlleva vivirla en carne propia, en un recorrido grupal donde fuimos uno solo, dejándonos llevar por una voz guía para salir de ese túnel de fluctuaciones.
Por último, llegamos al espacio Utopía, que como lo manifestaron algunos de los asistentes, fue como un regalo en medio del caos de bruma y una oportunidad para redescubrir y valorar el sentido de la vista. La temática de este espacio era el confort; acostados o sentados podíamos visualizar una video-proyección de paisajes naturales acompañados de un diseño sonoro que instalaba a ambas poblaciones en ese mundo fusionado, conviviendo en armonía.
El espacio evocaba la tranquilidad y magnificencia de la naturaleza en todo su esplendor, pues como nos comenta Natalia: “Al realizar las actividades con el grupo focal, nos dimos cuenta que a ellos como a nosotros, nos genera cierto confort los espacios que evocan naturaleza… entonces se decidió hacer un recorrido de sonidos de naturaleza con imágenes que acompañaban el paisaje sonoro, sumando la parte olfativa también.”
La estimulación del gusto y el olfato tuvieron cabida en este mundo, dándole cierre a la experiencia y permitiendo a los espectadores hacer una baja de información sensorial acerca de lo vivido en todo el recorrido de la instalación.
Encuentro con el público:
Para finalizar la experiencia se realizaron una serie de entrevistas cortas donde el público manifestó algunas impresiones, sensaciones y sentimientos vividos en cada mundo.
En Materialidad se habló de la perturbación, el agobio y la irritabilidad generada por la contaminación visual y auditiva que nos rodea.
En Bruma, sensaciones de inseguridad, miedo y alerta de todos los sentidos al no contar con la vista, pero al mismo tiempo curiosidad por descubrir cuales eran los elementos que estaban en el espacio. Algo muy interesante con relación al sonido de este mundo, fue el hecho de que muchos participantes inventaron sonidos que no estaban en la composición para ubicarse en un espacio real, y de esta manera vivenciar desde el imaginario otra experiencia.
En Utopía el agradecimiento fue uno de los conceptos que prevaleció; sensaciones de alivio, tranquilidad y relajación cerraron la experiencia estética del espectador. En la parte inicial de la instalación nos encontrábamos con un documental llamado Arian, cuya temática en torno a los sueños de la población objetiva nos instalaba y sensibilizaba para el ingreso a esta experiencia multisensorial.
“Entremundos” propone un espacio de inclusión entre la población con discapacidad visual y la población vidente que amplía la escasa oferta cultural de este tipo de proyectos en el país, es por esto que se hace necesario que este tipo de productos artísticos cuenten con espacios de circulación y difusión más amplios y asequibles para llegar a la población objetiva.
Paula Rojas y Natalia Dávila tienen un proyecto muy interesante y pertinente en el campo artístico, que seguirá aportando a la transformación social a través del arte, y que seguramente dará de qué hablar en la escena artística de este país. ¡Larga vida a este proyecto!
FICHA TÉCNICA / Título: “Entremundos” Instalación artística, sensorial e inclusiva para la población con discapacidad visual y la población vidente. Diseño, producción e investigación artística: Natalia Dávila y Paula Rojas Formato: Instalación artística País: Colombia Año: 2019